Los científicos han determinado la edad en la que alcanzamos el máximo de nuestras capacidades mentales. Es entonces cuando adquirimos la denominada inteligencia cristalizada.

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El pico de las capacidades mentales es el periodo en el funcionamiento humano en el que las capacidades cognitivas, la inteligencia emocional, los conocimientos financieros, la moralidad o la capacidad de evitar errores cognitivos se encuentran en su nivel más alto. Se puede decir que es el momento en el que recogemos los frutos de toda nuestra educación a lo largo de la vida: desde la universidad, pasando por el trabajo profesional y las experiencias vitales, hasta el conocimiento de las personas. Los científicos han descubierto cuándo se produce este momento especial de plenitud mental.

Intuitivamente, asumimos que el período comprendido entre los 25 y los 40 años es el momento álgido de nuestra vida. Sin embargo, contrariamente a lo que podría parecer, las mayores capacidades mentales no se dan en absoluto a esa edad. Es cierto que los jóvenes pueden presumir de tener la mayor inteligencia fluida, es decir, la capacidad de cálculo del cerebro. Este tipo de inteligencia permite resolver problemas y procesar información más rápidamente, en gran parte porque está condicionada biológicamente. Aquí se da una relación simple: cuanto más joven es la mente, más eficientemente funciona.

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Pero la rapidez no es sinónimo de calidad. Existe también la inteligencia cristalizada, que se basa en la suma de todas nuestras experiencias y logros vitales. Abarca todo el conocimiento que hemos acumulado, las experiencias vitales, las habilidades lingüísticas y todo lo que hemos aprendido a lo largo de los años.

Es precisamente la inteligencia cristalizada la que nos permite alcanzar el máximo de nuestras capacidades mentales, ya que, gracias a los amplios conocimientos que hemos adquirido, podemos actuar con eficacia y obtener satisfacción en muchos ámbitos de la vida.

¿Cuándo alcanzan su máximo nivel nuestras capacidades mentales?

Según se ha demostrado, el intervalo en el que se alcanza el máximo nivel de las capacidades mentales humanas es bastante reducido: según los científicos, se sitúa entre los 55 y los 60 años.

Esta es la conclusión de una investigación polaco-australiana cuyos resultados se publicaron en la revista Intelligence. Sus autores son el profesor Gilles Gignac, de la Universidad de Australia Occidental, y el profesor Marcin Zajenkowski, de la Facultad de Psicología de la Universidad de Varsovia.

Los investigadores decidieron comprobar cómo cambia el nivel de inteligencia y sus diferentes tipos en las personas con el paso de los años. Para ello, analizaron las tendencias en nueve áreas relacionadas con el éxito en la vida: capacidades cognitivas, rasgos de personalidad, inteligencia emocional, conocimientos financieros, razonamiento moral, resistencia a los errores cognitivos, flexibilidad cognitiva, empatía cognitiva y necesidad de conocimiento.

¿Qué descubrieron? Que, aunque con la edad algunos parámetros mentales se deterioran (por ejemplo, la velocidad de razonamiento), hay otros que alcanzan su punto álgido en las personas maduras. Un ejemplo es la capacidad de evitar el llamado error cognitivo de los costes hundidos, es decir, «invertir recursos cuando se sabe que ya no tiene sentido», explicó en una entrevista con la PAP el coautor del estudio, el profesor Zajenkowski.

El científico destaca que no es casualidad que la edad de 55-60 años coincida con el momento álgido de los logros profesionales, por ejemplo, el ocupar puestos clave en el trabajo. Es precisamente en este ámbito donde podemos aprovechar de forma más eficaz las ventajas que nos ofrece la inteligencia cristalizada.

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«El resultado global de todas las características cognitivas y de personalidad muestra que el ser humano manifiesta cierto tipo de sabiduría vital más bien en la edad adulta tardía. Por lo tanto, las personas más adecuadas para desempeñar funciones decisorias de gran importancia probablemente no tendrán menos de 40 años ni más de 65», añadió el profesor Zajenkowski.

Entre los 55 y los 60 años, también están en pleno apogeo nuestras habilidades verbales, es decir, la capacidad de elegir las palabras y expresarnos, así como el razonamiento moral, es decir, la capacidad de evaluar, interpretar y prever las consecuencias de nuestras acciones y las de otras personas. Esto también está relacionado con un mayor nivel de inteligencia emocional, ya que una rica historia de interacciones interpersonales nos permite comprender mejor a los demás: sus sentimientos, motivaciones, necesidades, problemas, etc. Para nosotros mismos, la inteligencia emocional es igualmente importante, ya que nos permite regular mejor nuestras emociones. Solo con la edad adquirimos el valioso conocimiento de que no vale la pena preocuparse por muchas cosas sobre las que no tenemos control. Resulta que una persona tiene que pasar por muchas cosas en la vida para llegar a esa conclusión y no preocuparse por todo tanto como cuando tenía veinte o treinta años.