Han grabado un fenómeno que los especialistas no pueden explicar. Ahora lo mantienen en secreto

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De vez en cuando, la naturaleza nos recuerda que nuestros gráficos, ecuaciones y simulaciones por ordenador son solo un intento de describir algo mucho más impredecible. En algún lugar de las aguas occidentales de Australia, a varias decenas de kilómetros de la costa, se produjo en el océano un espectáculo único y difícil de creer.

Esta vez, en lugar de la previsible ola rompiendo en el arrecife, se produjo algo que se asemeja más a un error en el motor gráfico que a la realidad. Cuatro olas convergiendo en un solo punto y una columna de agua lanzada hacia arriba como por un enorme pistón oculto bajo la superficie. Este fenómeno no fue registrado por una expedición científica, sino por el equipo de una película deportiva sobre bodyboard. Chris White y el operador de drones Ben Allen fueron en busca de imágenes impactantes de las olas y regresaron con material que despertó el interés de ingenieros de olas y oceanógrafos. Su grabación muestra la naturaleza en un momento en el que claramente va más allá de lo que se describe en los libros de texto.

Una ola que no debería existir

Chris White, que lleva años moviéndose en su vida profesional entre los deportes extremos y los documentales, dejó de considerar esta ola como un simple espectáculo. Empezó a buscar respuestas que iban más allá de la intuición de los surfistas, es decir, en el mundo de las ecuaciones diferenciales, la hidrodinámica y los modelos numéricos del océano. Sin embargo, en lugar de una explicación clara, lo que obtuvo fue básicamente un encogimiento de hombros intelectual. Los expertos en ingeniería de olas admiten abiertamente que este comportamiento del agua es difícil de conciliar con lo que hasta ahora considerábamos típico del rompimiento de una ola sobre un fondo firme.

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Una plataforma rocosa inmóvil debería provocar un rompimiento predecible de la ola, en lugar de provocar una explosión casi simétrica de agua hacia arriba. Esta contradicción hace que la grabación de la costa oeste de Australia cause tanto revuelo. El hecho de que los creadores no tengan intención de revelar la ubicación exacta del fenómeno añade un toque adicional a toda la historia. Sin embargo, no se trata de un misterio de marketing, sino de un temor muy mundano a las consecuencias. En un lugar donde cuatro olas pueden convertirse en una columna vertical de agua en un instante, un error humano podría tener consecuencias trágicas antes de que cualquier socorrista pudiera reaccionar.

El mecanismo de funcionamiento de la ola sigue siendo un misterio sin resolver. Los ingenieros se dan por vencidos

El fenómeno registrado consiste en la colisión simultánea de cuatro olas, dos principales, de unos 3,7 metros de altura, y dos más pequeñas, que rebotan en la orilla. El punto de encuentro es una depresión ovalada en una repisa rocosa, situada justo encima del arrecife que se encuentra bajo la superficie. Esta colisión genera fuerzas hidrodinámicas tan poderosas que el agua es lanzada al aire a más de 40 metros. Es como si fuera empujada por un gigantesco pistón submarino. Suena espectacular, pero para los científicos es un problema grave. White, en busca de explicaciones, consultó a un especialista en ingeniería de olas. Sin embargo, la respuesta que recibió no resolvió el misterio, sino que lo acentuó, ya que el comportamiento de la ola parece contrario a la lógica, ya que una formación rocosa inmóvil genera una explosión de agua en todas direcciones al mismo tiempo.

White descubrió este lugar por primera vez unos años antes, mientras exploraba la costa oeste de Australia. En aquel momento, equipado únicamente con una cámara fotográfica, estaba tomando fotos para su libro Dark Light. La primera impresión fue engañosa.

La primera vez que lo vi, no lo filmé, solo tenía una cámara fotográfica. Estábamos descubriendo las olas y simplemente llegamos allí por casualidad. Hice una foto. En ese momento pensé que solo eran dos olas chocando entre sí. Dondequiera que lo publicaba, la gente pensaba que era falso, porque parecía un reflejo especular, recuerda Chris White.

La magnitud y la complejidad del fenómeno no se revelaron hasta la realización de una serie de documentales, cuando el descubridor decidió volver al lugar con una cámara en un dron. Resultó que el espectáculo se repite regularmente, pero solo en condiciones muy específicas, cuando las olas alcanzan una altura impresionante. Este proyecto forma parte de una resucitada serie de documentales que combina los deportes extremos con la documentación de fenómenos naturales poco comunes.

Dónde terminan los modelos y comienza el océano. ¿Por qué esta ola es única?

A nivel de libro de texto escolar, las olas del mar parecen un fenómeno bien descrito. Aprendemos sobre la interferencia, la refracción y la reflexión, sobre la influencia del fondo marino en la forma de las crestas, sobre la simple suma de varias olas en una más alta o más baja. Sin embargo, la situación de la costa occidental de Australia demuestra que, en el océano real, la frontera entre la teoría y la práctica es a veces sorprendentemente delgada. No se trata de la clásica «ola monstruosa» que surge inesperadamente de una superficie aparentemente tranquila y desaparece. Se trata más bien de una escena sorprendentemente ordenada, que requiere el cumplimiento simultáneo de varias condiciones poco comunes: la altura y la dirección adecuadas de las olas que llegan del océano abierto, la forma específica de la plataforma rocosa y la sincronización exacta de la fase de las olas reflejadas por la costa.

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En un mundo ideal, los científicos querrían recrear esta configuración en una piscina de olas, rodearla de sensores, cámaras de alta velocidad y sondas de presión. Sin embargo, en este caso, el único «equipo de medición» fue la cámara de un dron y la experiencia de los surfistas, que supieron reconocer que lo que tenían ante sus ojos era algo más que una bonita imagen para las redes sociales.

Desde el punto de vista de la ingeniería costera y la seguridad marítima, este fenómeno tiene otra dimensión muy práctica. Si la naturaleza es capaz, en circunstancias favorables, de convertir olas aparentemente normales en gigantescas columnas de agua, eso significa que en otros lugares del mundo pueden existir trampas similares que aún nadie conoce. En una época en la que cada vez se habla más de los peligros relacionados con el aumento del nivel del mar y las tormentas más intensas, cartografiar estos puntos críticos deja de ser una simple curiosidad y se convierte en una necesidad real.

La ubicación exacta del fenómeno seguirá siendo un secreto. Los autores temen por la seguridad

Lo más intrigante puede ser la decisión de los descubridores de mantener la total discreción. Solo se sabe que el fenómeno se produce a unos 60 kilómetros de la costa occidental de Australia. La razón es simple y se debe a la preocupación por la vida humana. El descubridor teme que revelar la ubicación atraería a temerarios que querrían enfrentarse al elemento, lo que, dada la naturaleza impredecible y extremadamente peligrosa del fenómeno, acabaría en tragedia. A pesar de estos temores, el equipo planea volver a este fenómeno en el marco de su próximo proyecto, Tension 12. El objetivo será recopilar más material e intentar comprender mejor la mecánica de todo el proceso. ¿Ayudará esto a los científicos a encontrar la clave para resolver el misterio? El tiempo lo dirá, pero la búsqueda de respuestas ya es de por sí fascinante.

El descubrimiento de White y Allen demuestra claramente lo poco que sabemos aún sobre nuestros océanos. Incluso en la era de la tecnología satelital avanzada, la naturaleza puede sorprendernos con algo que escapa a los modelos científicos actuales. Se ha logrado documentar algo que, al menos sobre el papel, no debería tener derecho a existir. Queda esperar que la explicación se encuentre antes de que alguien se arriesgue a enfrentarse a esta fuerza destructiva en directo.