Entre incendios domésticos, pelusas que se acumulan y olores a calor, la puerta de la secadora no es un detalle sin importancia. ¿Hay que dejarla abierta, entreabierta o bien cerrada para cuidar el aparato?
En muchos lavaderos, la escena es la misma: alguien cierra sistemáticamente la puerta de la secadora y otra persona la vuelve a abrir inmediatamente. Especialmente en invierno, cuando el aparato funciona casi todos los días, la cuestión vuelve a estar sobre la mesa. ¿Hay que dejar la puerta abierta o cerrarla de golpe después de cada ciclo para preservar la máquina? Este pequeño reflejo influye en realidad en el desgaste, la limpieza del tambor e incluso en la seguridad.
Porque detrás del debate sobre la puerta de la secadora abierta o cerrada se esconden cuestiones muy concretas: acumulación de pelusas, humedad estancada, aparato que se calienta demasiado y ciclos que se alargan. Según el Centro Nacional de Prevención y Protección, entre el 25 % y el 30 % de los incendios domésticos son de origen eléctrico. La secadora, por su parte, concentra muchos riesgos y malos hábitos cotidianos.

Puerta de la secadora: un detalle que influye en el desgaste
Cuando bajan las temperaturas, secamos jerséis de lana, forros polares, mantas y toallas gruesas. Estos tejidos densos rozan entre sí, se desgastan más rápido y liberan muchas más pelusas de secadora que una simple camiseta, sobre todo en los primeros lavados. Parte de esta pelusa acaba en el filtro, pero otra parte migra hacia el circuito de aire, el condensador o el conducto de evacuación: el flujo de aire se degrada, la ropa tarda más en secarse y el aparato se esfuerza y se calienta más. En este contexto, la secadora ocupa «el primer lugar entre los aparatos eléctricos que pueden provocar un incendio», según recuerda la Fundación de Quemados. La misma fundación advierte que «el aire caliente combinado con el polvo constituye una mezcla «ideal»», lo que refuerza la importancia de un aparato bien ventilado y despejado.
Sin embargo, después de un ciclo, el interior del tambor suele permanecer tibio, con un poco de humedad atrapada en las juntas y las paredes. Cerrar la puerta inmediatamente equivale a mantener ese aire caliente y ligeramente húmedo en el interior, un terreno perfecto para los malos olores y los depósitos que acaban manchando la ropa. En el caso de las lavadoras, los expertos recuerdan que la humedad estancada favorece la aparición de moho y residuos en las juntas; el principio es el mismo en una secadora, aunque el aire circule más durante el programa.
Puerta de la secadora abierta o cerrada: lo que aconsejan los profesionales
Los servicios posventa y muchos reparadores aconsejan dejar la puerta de la secadora abierta, al menos entre dos usos, para que se escape el calor y la humedad residuales. En cuanto a las pelusas, «las pelusas son un subproducto de la limpieza de la ropa», explica Glenn Lewis. «Limpiar el filtro de pelusas entre cada carga y hacer que un profesional limpie la secadora una vez al año es la mejor defensa contra la acumulación de pelusas». Una puerta entreabierta también ayuda a que el interior se seque completamente, lo que limita los depósitos pegados a las paredes.
No todo el mundo puede dejar la puerta abierta permanentemente. En un cuarto de baño pequeño, la puerta se convierte rápidamente en un obstáculo, o incluso en un peligro para un niño o un animal atraído por el tambor. Por lo tanto, algunos prefieren cerrarla después de ventilar. Una solución sencilla consiste en abrirla completamente justo después del ciclo, el tiempo necesario para vaciar la ropa, y luego dejarla entreabierta el resto del día.

Los buenos hábitos para mantener la secadora
Para prolongar realmente la vida útil del aparato, la posición de la puerta debe ir acompañada de un mantenimiento regular. «Si es necesario, frote el filtro de pelusas con un cepillo de nailon, agua caliente y detergente líquido para eliminar cualquier residuo de suavizantes y detergentes», recomienda Morgan LaLonde. «Sécalo completamente y vuelve a colocar el filtro en su sitio». Los filtros limpios, un conducto de evacuación despejado, un tambor ventilado y una puerta abierta o al menos entreabierta entre dos ciclos reducen la acumulación de pelusas, limitan el sobrecalentamiento y contribuyen a mantener la eficacia de la secadora durante más tiempo.
