Tres impactos en menos de una hora en la Luna durante la noche del 14 al 15 de diciembre

Luna

Las Gemínidas golpearon con fuerza a nuestra vecina, la Luna.

Durante la noche del 14 al 15 de diciembre de 2025, la Luna se convirtió, en cuestión de unos minutos, en una auténtica pantalla cósmica.

Tres destellos sucesivos iluminaron brevemente su cara nocturna con tres impactos muy violentos y especialmente visibles.

Detrás de estos destellos fugaces se encontraba un responsable bien conocido por los astrónomos aficionados: el enjambre meteorítico de las Gemínidas, en pleno apogeo de su actividad.

Tres impactos de meteoritos filmados en tiempo real en la Luna en la noche del 14 al 15 de diciembre de 2025

Daichi Fuji, astrónomo aficionado japonés, fue el primero en detectar estos destellos inusuales. En sus imágenes, tomadas con paciencia y método, aparecen tres destellos distintos, separados por solo unas decenas de minutos. Su origen no ofrece ninguna duda: pequeños meteoritos, probablemente de menos de un metro de tamaño, se estrellaron directamente contra la superficie lunar.

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Otros observadores, en otras partes del mundo, confirmaron estas señales. Sin duda, lo que vieron las cámaras es solo una pequeña parte de la realidad. Los algoritmos automáticos solo detectan los impactos más luminosos. Los más discretos pasan desapercibidos.

Una noche muy especial para las Gemínidas

Estos impactos se producen en un periodo bien conocido por los observadores: el máximo de las Gemínidas.

Este año, el enjambre ha mostrado una intensidad notable, con una tasa horaria cenital estimada entre 120 y 150 meteoros por hora según varias redes internacionales. En otras palabras, en buenas condiciones, ¡hasta dos estrellas fugaces por minuto!

En Francia, las previsiones meteorológicas eran mixtas, con un cielo a veces nublado, pero había un factor que jugaba claramente a favor de los observadores: la Luna era pequeña, en fase de último cuarto, con solo un 30 % de iluminación, y no salía hasta la segunda parte de la noche. El resultado: un cielo más oscuro, ideal para detectar los rastros luminosos.

Desde la Tierra… e incluso desde el cielo

Las Gemínidas no se limitaron a encender la imaginación de los aficionados en tierra. Las observaciones realizadas desde un avión que volaba a 11 500 metros de altitud, cerca del círculo polar ártico, confirmaron esta actividad excepcional.

En la Tierra, los consejos eran clásicos pero esenciales:

alejarse de las ciudades, huir de las farolas, subir un poco de altura si es posible, llevar ropa de abrigo, una silla y, por qué no, una bebida caliente para esperar durante horas lo más cómodamente posible.

¿De dónde vienen estas estrellas fugaces?

Contrariamente a la creencia popular, las Gemínidas no están relacionadas con un cometa clásico, sino con el asteroide Faetón. Este objeto, que orbita alrededor del Sol, deja tras de sí una densa nube de polvo. Cada mes de diciembre, la Tierra atraviesa esta nube.

Las partículas, atraídas por la gravedad terrestre, entran entonces en la atmósfera y se queman, produciendo esas estelas luminosas tan apreciadas.

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Todas parecen provenir del mismo punto del cielo, llamado radiante, situado en la constelación de Géminis, de ahí su nombre. Las Gemínidas son famosas por ser brillantes y relativamente lentas en comparación con otros enjambres, lo que las hace más fáciles de observar… y más espectaculares.

La Luna, parabrisas del Sistema Solar

Lo que vemos en la Tierra como bonitas estrellas fugaces, la Luna lo sufre de lleno. Sin atmósfera que frene los proyectiles, cada grano de polvo llega a gran velocidad y golpea directamente el suelo lunar.

Estos impactos crean microcráteres invisibles desde la Tierra, pero sus destellos son datos científicos muy valiosos.

La Luna desempeña así un papel discreto pero fundamental: el de sensor natural de la actividad meteorítica. Nos muestra, sin filtros, lo que realmente circula en el entorno cercano a la Tierra.

Espectacular y, sobre todo, revelador

Más allá del espectáculo, estos tres impactos lunares nos recuerdan algo esencial: el espacio que rodea la Tierra está lejos de estar vacío o en calma.

Está constantemente atravesado por nubes de escombros, restos de asteroides y cometas.

La mayoría de las veces se consumen sin consecuencias. A veces, golpean la Luna… ¡para el mayor placer (sádico) de los astrónomos en ciernes de todo el mundo!