El faraónico proyecto de conexión fija entre Marruecos y España acaba de dar un paso decisivo. Si bien los expertos alemanes han validado la viabilidad técnica, el entusiasmo ha dado paso a la angustia en la costa norte. Andalucía teme convertirse en la gran perdedora de la historia, relegada al simple papel de corredor de tránsito para una economía marroquí en pleno auge.
Se trata de un punto de inflexión histórico para este viejo proyecto.
El informe encargado por la empresa pública es categórico: a pesar de los retos sísmicos y de una profundidad vertiginosa de 475 metros bajo el nivel del mar, el túnel ferroviario bajo el estrecho es técnicamente viable con las tecnologías actuales. Pero mientras la ingeniería valida el «cómo», el mundo económico español se pregunta bruscamente por el «por qué» y, sobre todo, por las consecuencias.

La principal preocupación se refiere al puerto de Algeciras, pulmón económico del sur de España. Su prosperidad se basa hoy en día en el «transbordo», esa etapa obligatoria que obliga a las mercancías a detenerse para cambiar de medio de transporte, lo que genera un enorme valor añadido logístico y aduanero. El túnel podría hacer añicos este modelo. El temor es que los trenes de mercancías, cargados en las zonas francas marroquíes, se dirijan directamente a Alemania o Francia sin hacer ninguna parada en Andalucía. La región sufriría el desgaste de sus infraestructuras sin cosechar los frutos del tránsito.
Esta perspectiva asusta aún más si se tiene en cuenta que Marruecos se está afirmando como un competidor temible. El reino ya bate récords de exportación de cítricos a Alemania y su industria automovilística en Tánger, impulsada por los vehículos eléctricos, funciona a pleno rendimiento. Con el túnel, los productos marroquíes ganarían la arma definitiva que a veces les faltaba frente a la producción española: la rapidez de entrega. Si bien aún queda por excavar una galería de reconocimiento durante seis a nueve años, el debate en España se está desplazando ahora de la geología a la supervivencia económica de su tejido agrícola y logístico frente a esta nueva autopista continental.
