Una revelación impactante: no fue el clima lo que provocó la bajada del nivel del mar hace 15 millones de años

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Se tiende a asociar las variaciones del nivel del mar con la evolución del clima. Si bien es cierto que se trata de un factor de influencia importante, no es el único. Los procesos geológicos y tectónicos también pueden influir. Un estudio reciente explica cómo una reducción de la producción de corteza oceánica hace 15 millones de años podría haber provocado una caída significativa del nivel de los océanos.

A lo largo de la historia de la Tierra, el nivel del mar ha variado constantemente. A menudo, estas variaciones están asociadas a la evolución del clima. Los períodos cálidos provocan un aumento del nivel del mar, debido al deshielo de los casquetes polares y los glaciares, pero sobre todo a la dilatación térmica del agua de los océanos. Por el contrario, durante los períodos fríos, el nivel del mar suele ser más bajo, ya que gran parte del agua se almacena en forma de hielo y el volumen de los océanos es menor debido a la contracción térmica del agua.

Variación del nivel de los océanos: no es necesariamente una cuestión climática

Sin embargo, estas variaciones del nivel del mar (también se utiliza el término «eustatismo») pueden estar relacionadas con otros factores de origen totalmente diferente. El más evidente es la variación del volumen de las cuencas oceánicas. Sin embargo, hay que señalar que, dado que la superficie de los continentes es relativamente estable a lo largo del tiempo (y, por lo tanto, también lo es la superficie acumulada de los océanos), estas variaciones en el volumen de las cuencas oceánicas se producen principalmente por una evolución de la profundidad de dichas cuencas.

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Si observamos el corte de una cuenca oceánica, por ejemplo, el Atlántico, nos damos cuenta de que la profundidad no es homogénea. El fondo oceánico es más profundo en las llanuras abisales cercanas a los continentes y se eleva hacia el centro de la cuenca.

La zona menos profunda se encuentra así a la altura de las dorsales oceánicas, donde se acumula la nueva corteza terrestre mediante procesos magmáticos. Esta evolución de la batimetría que caracteriza a las cuencas oceánicas está en realidad relacionada con la edad de la litosfera oceánica. De hecho, la litosfera producida en el eje de acresión es caliente y, por lo tanto, menos densa y menos gruesa que la litosfera más antigua (más fría, más densa y más gruesa) que se encuentra alejándose de la dorsal.

De hecho, el fondo oceánico es más elevado en el eje y se hace más profundo a medida que nos alejamos de él. Ahora bien, este fenómeno de ajuste isostático repercute directamente en el volumen total de una cuenca oceánica. Así, se comprende que una cuenca con una gran parte de corteza joven tendrá un volumen menor que una cuenca de la misma extensión, constituida por una mayor parte de corteza antigua.

La velocidad de producción de la corteza también puede influir

Independientemente de la evolución climática, es posible observar variaciones del nivel del mar relacionadas con el dinamismo de la acreción oceánica. Un equipo de investigadores ha descubierto que una notable ralentización de la producción de corteza oceánica podría ser la causa de una bajada sustancial del nivel del mar entre hace 15 y 6 millones de años.

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De hecho, un estudio reciente ha demostrado que durante este periodo el desplazamiento de las placas tectónicas disminuyó un 35 %, lo que implica una acreción lenta, incluso ultralenta, a nivel de las dorsales oceánicas. A partir de estos datos, un equipo de investigadores calculó que esta situación habría provocado un aumento de la profundidad de las cuencas oceánicas, lo que habría hecho descender el nivel de los océanos entre 26 y 32 metros. Además, podrían haberse sumado otros fenómenos que habrían agravado la caída del nivel del mar. De hecho, la lenta acreción oceánica se caracteriza por el predominio de los procesos de extensión tectónica sobre los procesos magmáticos. El volcanismo se reduce entonces en las dorsales, lo que tiene como efecto la disminución de la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos y la producción de una corteza oceánica anormalmente fina.

Este último punto contribuiría a una mayor profundización del fondo oceánico y a una bajada del nivel del mar de unos dos metros. Por su parte, la disminución de las emisiones de gases habría contribuido a un enfriamiento climático que también habría afectado al volumen de los océanos. En total, los resultados publicados en la revista Geochemistry, Geophysics, Geosystems sugieren que el nivel de los océanos podría haber sufrido una bajada de más de 60 metros.