¿Por qué las reservas de oro de Italia despiertan tanta codicia en todo el mundo?

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Italia quiere inscribir que su oro pertenece al pueblo, pero el BCE se opone. Una batalla simbólica con enormes implicaciones financieras.

Una simple frase que enciende las relaciones financieras europeas

La formulación parece casi obvia: el oro italiano sería «propiedad del pueblo italiano». Sin embargo, esta idea, impulsada por Fratelli d’Italia e incluida en el proyecto de presupuesto para 2026, ha provocado una reacción inmediata en Fráncfort. El Banco Central Europeo ha recordado en dos ocasiones que los tratados confían la gestión de las reservas de oro nacionales al Eurosistema, y no a los gobiernos. Por lo tanto, la iniciativa italiana toca un tema extremadamente delicado: la soberanía monetaria dentro de la zona euro.

Una riqueza bien guardada, pero cargada de simbolismo

En la práctica, nada cambiaría de inmediato. El oro sigue almacenado principalmente en las cámaras acorazadas del Banco de Italia, repartido entre el territorio nacional y algunos socios europeos. Ningún lingote está a punto de salir de sus reservas. Sin embargo, la inscripción jurídica de esta «propiedad del pueblo» sienta un precedente político. Este precedente alimenta una preocupación evidente: abrir progresivamente la puerta a una apropiación política de este activo estratégico.

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Uno de los tesoros más grandes del mundo

Con cerca de 2450 toneladas, Italia se sitúa por detrás de Estados Unidos y Alemania. La subida del precio del oro en los últimos meses ha disparado el valor de esta montaña de riqueza. La cartera nacional se acerca ahora a los 300 000 millones de euros. En un país donde predominan las tensiones presupuestarias y la deuda alcanza niveles máximos, esta reserva parece una tentación permanente.

Cuando el oro se convierte en argumento económico y arma política

Las reservas italianas representan aproximadamente el 13 % del PIB y cerca del 10 % de la deuda pública. En un entorno financiero restringido, esto supone un margen teórico fascinante para cualquier mayoría política tentada por soluciones «excepcionales». Aunque hoy en día no hay nada previsto, el simple hecho de agitar esta palanca preocupa al BCE, que teme cualquier politización de activos que se supone que deben seguir siendo estrictamente técnicos e independientes.

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Un activo estratégico en el centro de la credibilidad financiera del país

Este oro constituye un pilar de confianza para los mercados. Tranquiliza a los acreedores, respalda la percepción de solidez financiera y actúa como garantía última. Modificar su estatus simbólico, incluso sin liquidarlo, ya es suficiente para tensar las relaciones entre Roma y Fráncfort. Por lo tanto, la tensión no es anecdótica: refleja las relaciones de poder internas de la zona euro y la extrema sensibilidad en torno a las reservas soberanas.