Querían comprar una casa por 1 euro en Italia, pero desistieron inmediatamente en cuanto vieron el contrato.

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Detrás de esta tentadora oferta se esconden numerosas trampas. Una joven pareja lo descubrió y finalmente renunció al proyecto.

Me suscribo al boletín de ofertas especiales Una casa por un euro: la propuesta es de ensueño en un mercado inmobiliario en el que los precios se han disparado en los últimos años. Los municipios rurales lo han comprendido bien y han puesto en marcha estas operaciones para luchar contra la despoblación e intentar revivir sus pueblos.

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Callie Riemann, una estadounidense de 30 años, y su marido se lanzaron a la aventura.

Soñaban con dejar atrás la agitada vida urbana para instalarse en Italia. Cuando se enteraron del programa de casas por 1 euro puesto en marcha por algunos ayuntamientos italianos, les pareció una oportunidad de oro. «Entre alquilar un apartamento por 500 euros al mes o comprar una casa por 1 euro, la segunda opción nos parecía más lógica».

Pero al informarse más, la pareja pronto se desilusionó. «Siempre había algún inconveniente», explica la treintañera. «Algunos compraban estas casas sin verlas y luego descubrían que estaban a punto de derrumbarse. Otros tenían que invertir cientos de miles de euros en reformas».

Además, cada municipio imponía sus propias condiciones: obligación de renovar en unos años, vivir allí al menos seis meses al año o incluso abrir un negocio. «Los contratos solo estaban disponibles en italiano, un idioma que no hablamos. El riesgo nos pareció demasiado alto», confiesa Callie.

Finalmente, la pareja optó por otra solución: comprar una granja de 290 m² con una hectárea de terreno por 29 000 euros en Sant’Elia a Pianisi, un pueblo de 1000 habitantes entre Nápoles y Roma. «La casa estaba casi lista para vivir, pudimos mudarnos inmediatamente», se alegra la joven.

Lejos de ser un pueblo fantasma como temían, Sant’Elia resultó ser una pequeña ciudad dinámica con festivales, escuelas, comercios e incluso una biblioteca. «En verano, la población se triplica. Los vecinos nos han acogido con los brazos abiertos, nos traen quesos caseros, granadas y verduras de sus huertos. ¡No podríamos haber soñado con nada mejor!».

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Para asegurarse de que la transacción se realizara según las normas, la pareja recurrió a un abogado especializado.

Un gasto de 6500 euros, casi una cuarta parte del precio de la casa, pero que, en su opinión, mereció la pena. «Nos ayudó a traducir los documentos y a gestionar los aspectos legales, reduciendo así los riesgos. Sin él, habría sido imposible».

Hoy, Callie y su marido están convencidos de haber tomado la decisión correcta. «El programa de casas a 1 euro puede ser interesante si se conocen todas las obligaciones. Para nosotros, esta alternativa era más segura. Hemos encontrado una comunidad viva y una casa que podemos renovar a nuestro ritmo».