Un detective inesperado para encontrar yacimientos de oro sin explotar.
Gran parte de los yacimientos de oro realmente interesantes han escapado a los prospectores durante milenios porque están enterrados a demasiada profundidad, ocultos por estructuras geológicas complejas o ahogados en el ruido de las señales clásicas.
Perforar es caro. Perforar al azar es AÚN más caro.
Lo que le faltaba a la prospección moderna no era potencia ni maquinaria, sino un indicador fiable para saber dónde concentrar los esfuerzos.
Ahí es precisamente donde entra en escena un actor inesperado: el helio.
¿El helio, el mejor amigo del buscador de oro?
Durante años, los geólogos han debatido: ¿los grandes yacimientos de oro provienen de una fusión profunda del manto terrestre o simplemente de fluidos calientes que circulan por la corteza durante las colisiones tectónicas?
Un equipo de investigadores dirigido por el profesor Fin Stuart (Universidad de Glasgow y SUERC) ha analizado minerales ricos en oro extraídos de yacimientos de Escocia e Irlanda. Su método: una espectrometría de masas de alta precisión sobre inclusiones gaseosas atrapadas en sulfuros metalíferos.

Resultado: todos estos gases contienen helio de origen profundo. Se trata de una mezcla muy particular de isótopos: el helio-3 (³He), raro y procedente del manto, y el helio-4 (⁴He), más común. Su relación, expresada en unidades Ra (relación con la proporción atmosférica), varía entre 0,09 y 3,3. En términos sencillos: ¡esto significaría que un flujo térmico procedente directamente de las entrañas de la Tierra es el origen de los fluidos que transportaron el oro!
Este helio quedó atrapado durante la formación de los yacimientos, en el periodo orogénico caledonio, entre hace 490 y 390 millones de años.
El equipo se dio cuenta de que cuanto más helio procedente del manto contiene un yacimiento, mayor es el depósito de oro. En otras palabras, el helio no solo sirve para localizar el oro, sino que también permite estimar su riqueza.
El cinturón caledonio, un tesoro de 1800 kilómetros de longitud
Esta famosa cadena caledonia se extiende hoy en día desde los Apalaches en América del Norte hasta el norte de Noruega, pasando por las Highlands escocesas. Es el resultado de una colisión titánica entre las placas de Laurentia, Baltica y Avalonia. Desde entonces, estas montañas han sido erosionadas por el paso del tiempo, pero sus raíces geológicas aún encierran algunos de los yacimientos de oro más prometedores de Europa.

En Escocia, la mina activa de Cononish y los proyectos irlandeses de Curraghinalt o Cavanacaw están relacionados con estos profundos acontecimientos. Hasta ahora, a menudo se clasificaban como «orogénicos» (que significa «formados por las montañas»). Ahora se sabe que el manto desempeñó un papel fundamental, calentando y vaporizando fluidos ricos en metales que ascendieron por fracturas hasta la corteza.
Química de alta precisión en una misión digna de Indiana Jones
Los instrumentos utilizados por los investigadores no son los que se encuentran en un laboratorio docente. Se trata de espectrómetros de masas de muy alta precisión, capaces de medir relaciones isotópicas en cantidades de gas cercanas al nanolitro. El análisis se realizó en el Scottish Universities Environmental Research Centre (SUERC), una referencia mundial en análisis geoquímico de precisión.
Este nivel de precisión es indispensable. Porque en estos minerales, el helio está atrapado en microburbujas de apenas unos pocos micrómetros de diámetro.
Un método sencillo para una industria complicada
El oro es un metal caprichoso. Difícil de encontrar, escaso, distribuido de forma desigual. Los métodos actuales de prospección combinan geofísica, sondeos, análisis químicos y, a menudo, muchos ensayos infructuosos. Lo que propone este estudio es un atajo: utilizar los isótopos del helio como firma geoquímica fiable.
El Dr. Calum Lyell, geólogo de exploración de Western Gold Exploration y primer autor del estudio, insiste en el potencial global de este enfoque:
«Estas firmas isotópicas de helio podrían convertirse en indicadores clave para identificar los principales sistemas mineralizadores en todo el mundo».
En resumen, unos pocos miligramos de gas, analizados cuidadosamente, podrían indicar no solo si hay oro, sino también cuánto.
Fantásticas reservas de oro aún por descubrir
Desde que el ser humano rasca la corteza terrestre, ha extraído de la tierra alrededor de 205 000 toneladas de oro. Si apiláramos todo ese oro, incluidos los lingotes, apenas cabría en un gran cubo de veintidós metros de lado. Esta cifra, establecida por el Servicio Geológico de los Estados Unidos y el Consejo Mundial del Oro, da una idea bastante precisa de lo que la humanidad ya ha conseguido. Por otro lado, quedarían unas 54 000 toneladas de reservas oficialmente identificadas (las que sabemos explotar hoy en día con las técnicas actuales). Sumando ambas cifras, llegamos a un poco más de 250 000 toneladas de oro conocidas y explotables a escala planetaria.
Un límite teórico cuestionado por numerosos geólogos, que estiman que bajo los yacimientos ya conocidos, bajo las antiguas cadenas montañosas desgastadas por el tiempo, queda oro atrapado a mayor profundidad, mal cartografiado y, en ocasiones, ignorado por falta de indicios claros. Las estimaciones convergen en un 15-20 % de oro adicional, enterrado a varios kilómetros bajo la superficie, en regiones como las Caledonidas, los Andes o algunas provincias de África Occidental. En volumen, esto representa entre 30 000 y 40 000 toneladas que no hay que descubrir, solo detectar mejor.
En conjunto, estas cifras adquieren otra dimensión cuando se traducen en valor. A unos 60 000 € el kilogramo, esta reserva aún difusa pesa entre 1,8 y 2,4 billones de euros.
Lo que faltaba hasta ahora era un medio fiable para distinguir las zonas prometedoras de las pistas falsas, para saber dónde perforar de forma inteligente y hasta qué profundidad descender. Si el helio tiene tanto éxito como se anuncia en este artículo, se vislumbra el potencial económico que ello supone…
Implicaciones que van mucho más allá del oro
Si este método funciona para el oro, podría aplicarse a otros metales como el tungsteno, el estaño, el tantalio, etc. Estos materiales son estratégicos para la electrónica, las baterías y los láseres. Y a menudo plantean el mismo reto: su distribución geológica es poco conocida, su extracción es costosa y su localización impredecible.
Si el helio permite remontarse a su origen, tal vez tengamos una clave geológica universal.
